lunes, 7 de septiembre de 2009

Versión uno.


-¿Con que me quedo?
-Eso es cosa tuya.
-¿Con que te quedas?
-Eso es cosa mía.

Hacia frío y el rumor de fe diurno de la avenida principal había enmudecido. Tabaco, café y licores, aquella tarde todo podía reducirse a un escaparate. Cada esquina era el recuerdo de una noche de olvido entre puñales y puñaladas. Cada sonido era más atroz e inhumano que el anterior cual mirada de robots futuristas de siglos por acontecer. El tiempo arrastraba sus pies perezoso de ser el factor decisivo para la nefasted. El tiempo mordía como un perro rabioso, las palabras regurgitadas en inodoros públicos.

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