viernes, 14 de agosto de 2009

Azul


Esta vez no son más de las tres,
y ya te estoy esperando en el sofá de grecas azules.
No cuento con tu presencia,
aunque la simple idea de ver tu rostro anclado en la postmodernidad,
me suena antiguo.
No han cambiado las figuras del pedestal de tu silencio.
No.
Sé que no hay palabras que puedan ser merecedoras de mi nombre,
que indigno es el perdón.
Que indignación tu pérdida.

Y así.
El tiempo recorre el sendero que va al lago azul,
no tan azul sin tus gestos.
Tampoco más azul que estas grecas.
No más profundo que este reposo.
No más ausente que tu figura.

Tu demora inquieta al ruiseñor de canto melodioso,
tu dilación siempre es más propia del verano.

Y así.
El tiempo recorre el sendero que va al lago azul.
Y se detiene.

Tengo tiempo, aunque arrastro por ti un decenio de espera.

jueves, 13 de agosto de 2009

¿Sabes?

He creído ver tu rostro está mañana, tras el mío en el espejo del baño, que tan poco te gustaba. Pero no te preocupes, por fin he decidido cambiar las bombillas amarillas con las que al maquillarte, parecías una estrella de Hollywood.
No quiero volver a ver estrellas que no sean tú, que no lleven dentro una parte de mí.
No sabes cuanto te añoro.

El otro día pasé por la peluquería intentando adivinar tu sombra al otro lado del cristal rayado que parece oscurecerse los días que el sol brilla intenso en la plaza. No volveré a cometer ese error. Juana se dio cuenta de que estaba sorteando las rayas de la luna del establecimiento, y salió a darme el pésame.
Ya no puedo más. Creo que no podré soportarlo.

Tere y Marisa prefieren no acercarse, y Jacobo y “Reinita” tampoco han llamado.

Siempre dijimos que los dos moriríamos a la vez, juntos, y no es justo, maldita sea. No es justo que tú te hayas marchado sin esperarme. No sé cuanto tiempo podré vivir sin ti. Acostumbrado a que ocupes tu espacio en la cama, incluso dormir es para mí un reto. Y despertar, y retomar la consciencia, saber que no podré volver a decirte que cada día estás más guapa, puede conmigo.

Nunca quisiste creértelo. Eras así. Me pedías que dejara de vocear, que no volviese a repetírtelo, pero yo tenía toda la razón; cada día estabas más guapa. Y esas arrugas que fallidamente intentabas ocultar, me hacían recordar cada mañana la primera vez que te vi, y todo lo que habías cambiado desde entonces, y todo lo que habíamos compartido.

Te parecerá una estupidez pero esta mañana he vuelto a poner tus calcetines junto a los míos en el radiador de la cocina. Ya ves, sigo sin poder dejar de repetir los pequeños rituales que realizábamos de forma casi sagrada, cada día. Eso te hacía especial, y en cierto modo, eso era lo que nunca olvidaré de ti.
Dios, que difícil es intentar mantenerme sereno ante todo esto.

Me voy a acostar, ha sido un día muy difícil, aunque desde que te marchaste todavía no ha llegado ninguno que no lo sea. El reverendo me ha pedido paciencia y el doctor sosiego.

No te preocupes querida, mañana volveremos a hablar. Seré fuerte, Concha. Voy a cumplir con lo que te dije, sólo recuerda que nunca te olvido. Nunca. Jamás.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Bonita


Porque tienes la mirada pura,
tierna y pura.

Hoy,
he cometido el peor de los
pecados que un hombre puede
cometer.

He visto tu luz brillar,
más allá del salón de los espejos.
Y me he preguntado,
cómo es que el desastre nunca llamó
antes que tú a mi puerta.

Ya ves,
todo es más complicado
fuera del universo de Walt Disney.
Intenta tener dulces sueños,
bonita.
Y recuerda,
que esta noche también velaré por ti.

martes, 4 de agosto de 2009

Ida y regreso, por favor.

Esta mañana me he despertado con la extraña sensación de haber tomado un tren. Y lo peor es que en cierto modo, estoy segura de haberlo hecho.

Recuerdo al señor mayor que ayudaba a su anciana pero irreverente esposa a subir al primer vagón dónde yo misma charlaba con Antoñita. Allí había calma, sólo se oía el chirriar de metales propio de un tren del siglo XXI y a esa anciana blasfema y desdeñada jurar en hebreo, todavía no sé muy bien porqué.

Entonces es cuando me he parado a pensar qué es lo que realmente hacemos al emprender un viaje y lo importante que es la compañía, por muy breve que sea el trayecto. Por muy rutinario y aburrido que resulte o por muy esperado y magnifico que pudiera llegar a ser. Aquel arsenal de ideas me ha sumido en un pensamiento del que sólo la voz del interventor me ha echo regresar. Volver a esa realidad truncada, más propia de otra inverosímil historia de Antoñita que mía.
- ¡Disculpe! Ida y regreso por favor. Todavía es pronto para saltar de la cama.

domingo, 2 de agosto de 2009

Querida

-En realidad es miedo a quedarnos solos,
es miedo a perder el motivo para regar los geranios.

-Sí, mi abuela también decía que mejor sola
que mal acompañada, querida.

-Pero ya ves, los tiempos han cambiado.

-Desde luego que han cambiado.

sábado, 1 de agosto de 2009


Vamos a negarlo todo. Así será más fácil.
Y aunque no puedas creerlo, el miedo también puede negarse.
Me han contado esta noche que todo puede ser lo que uno quiera,
y por eso yo me niego a afirmar hoy mi nombre.

-Sabes porque estamos en la tierra
-No
-Es mejor así.

Ojalá

Cuántas veces habremos empezado una frase con esa mísma palabra...

¿Cuántas?

Y es entonces, nada más comenzar a hablar, cuando nos damos cuenta de que a lo largo de nuestro enunciado la esperanza parece desvanecerse y de que en nuestra cabeza, la luz se desfragmenta por instantes.

Puede que tras ser consientes de la irracionalidad del hombre, lleguemos a fraguar alguna nueva idea con los resquicios de la ilusión que inequívocamente disminuye en ese momento.

Y sí, es en ese intervalo de segundos, dónde nuestra verborrea aumenta y disminuye nuestra fe, cuando nos damos cuenta verdaderamente de que es mejor no empezar oración alguna con ese vocablo... pero a menudo ya es demasiado tarde.

Y esa permanente sensación de derrota y melancolía puede disiparse desde el portal de al lado, incluso con la luz apagada.