lunes, 25 de abril de 2011

Sustancial


Sé que debería llamarte. Hola, todo es normal y yo... yo lo soy también. La verdad es que no sé a qué viene esto. Bueno, sí. Creo que las palabras deberían ayudarnos a expresar eso que se quedó adentro, anclado en el fondo de nuestro cuerpo, como a la altura del pecho. Ayudarnos a diluir el remordimiento de no haber hecho las cosas bien. Esa carga en la conciencia, el miedo, pudor u orgullo. No sé. Sólo sé que hoy me apetecía escribirte:

Escribirte como si fueras a ser tú el único en leerme.
Curioso.
Escribirte como si aún hubiera una posibilidad de que todo fuera maravilloso.
Patético.
Como si supiera que esperas algo por mi parte.
Irrisorio.

Sé que debería decirte lo que pienso, pero caigo en el tópico de haber perdido las palabras precisas, las necesarias. Cómo no perder la fe. Dime cómo no despilfarrar el lenguaje, hoy que se ha ido un maestro.

Y aunque sólo haya sido por un momento, sé que hoy mi nombre se ha posado en tu pensamiento como una mariposa perdida en la espesa vegetación de los bosques del norte, cuando has oído en las noticias, que Gonzalo Rojas ha muerto.


2 comentarios:

  1. Un texto precioso. Profundo e íntimo, en el que probablemente haya cosas que yo no sea capaces de entender, pues pertenecen a tu corazón y quizás al suyo. De cualquier modo, me has transmitido la esencia que siempre voy buscando encontrar en mí misma. Y como Srta. Nostalgia que soy, ¿cómo no amar los días grises?

    Un saludo, te leo.

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  2. He estado dándole vueltas a cómo responderte y al final he optado por lo simple, muchas gracias por tu fuerza. Desde aquí ya se intuye el final de las nubes.

    Vuestras palmaditas en la espalda son mucho más de lo que cualquiera podría desear. Merci.

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